Foto de Benito Román
Luis Berrutti
Tiene una trayectoria firme en el circuito artístico; su carrera está marcada por unos objetivos determinados y ambiciosos: la creación de una obra sólida.
El resultado es la obra de una artista total que refleja su lenguaje y su pensamiento a través de todas las expresiones posibles, como lo hizo Picasso. Domina todos los registros: escultura, pintura, cerámica, dibujo, pastel, grabado… y los combina con libertad y eficacia.
La obra de un artista parte casi siempre de un proyecto emocional, que cobra forma con la sabiduría de quien ha tenido una profunda preparación artística en la escuela constructivista del gran Torres García. Hombre cosmopolita y viajero, Berrutti sabe depositar en cada obra el valor acendrado de la vida y de la experiencia decantada de conocimiento plástico. Sus dibujos misteriosos certeros y compulsivos sobre el papel, se hacen igualmente tridimensionales cuando el escultor dibuja en el aire con varilla de hierro. Primero un gesto después otro, y el siguiente, hasta que va conformando alguno de los conceptos, ideas o duendes que el artista lleva dentro. El afirma que siempre parte de un impulso interior que adquiere forma plástica en el aire hasta plasmarse en dibujos tensados en hierro.
Presencia y ausencia, lleno y vacío, volumen y ligereza dinámicos siempre…No son obras sugeridas, sino resueltas con el mínimo de elementos: los necesarios. Sus hierros reciclados enfatizan unas formas, insinúan otras y dejan cierta libertad de interpretación a la mirada del espectador. No es una obra inacabada, sino el misterio abierto de la creatividad del escultor.
En 2006 crea la Fundación Berrutti con el objetivo de la investigación en arte actual y la exposición de sus obras y las de Charo Villa, su compañera, en plena naturaleza, abierta a todos los interesados en sus obras y talleres de formación.
Julia Sáez-Angulo
Escritora y crítica de arte
Charo Villa
Comienza su trayectoria artística dibujando, pintando al óleo y trabajando en diseño gráfico, es en sus visitas a las imprentas con su olor a tinta, sus máquinas de impresión, la visión de sus trabajos imprimiéndose son los que le irán conduciendo a llevar esos conocimientos a una expresión más creativa y artística el grabado calcografico.
La esencia del grabado calcográfico no está en la forma o en el papel, aunque tengan su importancia, sino en las distintas calidades del negro. Saber conseguir los diferentes matices con el aguatinta, el aguafuerte y aunarlos con un rigor y tenacidad, conseguir ese equilibrio, entre la sensibilidad temática y la proporción adecuada de la luz.
Su búsqueda le lleva a incorporar otros materiales como suma de elementos, dando como resultado final una obra de collage más rica y manual que la convertirá en obra única.
Los grabados de Charo Villa están hechos de tierra, de bellas manchas amarillas, ocres, naranjas, rojos de trazos suaves y deshilachados que liberan la energía hacia el universo, otros más rotundos y definitivos que enraízan en hilos negros que los dinamitan. Sutiles y delicados con rosas, azules y naranjas que se superponen unos a otros y van aumentando la intensidad como una sinfonía que quisiera explotar, o nos lleva a través de letras repetitivas al cansancio de una sociedad enganchada al “superpoder” de una letra del alfabeto, la W.
Charo está muy cerca de la tierra y su cotidiano, sus grabados con hilos, nos llevan al comienzo del todo, cuando había que deshilvanar el ovillo para encontrar hogar y calor.
Águeda Rubio Muñoz